viernes, 2 de julio de 2010

La Segunda Caída de Satán

La vida del señor Charles carecía de sucesos importantes y extraordinarios hasta ahora. Él llevaba una vida monótona y simple, como la de cualquier otra persona. Una de las características de este individuo, era la de ser ateo. Siempre, durante toda su corta y efímera vida, se había cuestionado así mismo, sí en verdad existía un Dios creador de todo o no. La existencia de Dios o Satán solo eran para él, parte de las diversas fantasías, fabricadas por la asombrosa mente humana, a lo largo del tiempo, para intentar explicar con lógica, el porqué de ciertas cosas. O quizás, todo ello solo formaba parte de los dogmas y la fe, según la opinión del señor Charles.

Pero una noche, este recibiría una inesperada visita. Mientras el solitario hombre leía a gusto, a solas, en la oscuridad de su silenciosa habitación, aparece de pronto el mismísimo Satán. El soberano señor de los infiernos había llegado hasta la tal vez insignificante presencia de Charles, que, tarde o temprano dejaría este mundo, debido a su avanzada edad y frágil salud, en esta ocasión, vestido como un bufón, de aquellos de la época Medieval. El señor Charles lo observa con viva curiosidad, lejos de sentir miedo o mostrarse repentinamente sorprendido.

-¿Quién eres? -pregunta este.

Y Satán le responde, con una leve sonrisa maléfica:

-Soy vuestro padre.
-Pero mi padre ya está muerto; tu broma puede costarte bien caro, amigo -advierte Charles, con mirada seria, viendo en dirección de una escopeta colgada en la pared de su alcoba.
-Si os lo digo, no me creeréis... soy Satanás.

Charles le observa con mucho detenimiento, haciendo una mueca de desdén.
-No pareces creer en la magia, pero puedo convenceros de mi arte y prodigios.

El incrédulo señor, veía con atención a su inusitado visitante del Infierno.

-Si en verdad eres quién dices ser y tu magia es auténtica y poderosa, entonces cúmpleme un deseo: Quiero una bella mujer, fiel y sumisa para que me brinde de su compañía, ¿puedes hacer lo que te pido, ehh Satán?
-Vuestro deseo será cumplido, con tal de demostrarte mis grandezas, aunque esta sea una vulgar y ordinaria forma de demostración -sonríe Satanás algo complacido.

Entonces llaman la puerta varias veces, así que el señor Charles se dispone a abrirla y en el umbral, llega una hermosa doncella, de cabellos rubios como el Sol, de piel blanca y con un vestido largo y negro de estilo Victoriano, para vivir con él.

Se dice que Satanás visitaría la casa del señor Charles durante tres noches, para demostrarle las poderosas artes diabólicas.
En la segunda noche, llega nuevamente Satanás a casa de Charles para concederle otro deseo, cuál si tratárase de un maligno genio salido de algún cuento de oriente.

-Ahora hazme un hombre lleno de muchas riquezas -manda Charles al Diablo.

En eso, toda la casa de Charles se convierte en una lujosa mansión, llena de puros objetos de oro, como nunca antes se hubiese visto alguna en el mundo.

Llega la terceray última noche y Satanás aparece ante la presencia de Charles para hacer realidad su último deseo.

-Estoy seguro que no podrás cumplirme el último deseo.
-¿Uhhmm? ¿por qué lo decís?

Si Satanás convencías a Charles de lo real que era la existencia del Diablo, este planeaba furtivamente llevarse su alma al Infierno, convertiéndolo en su esclavo por el resto de la eternidad. Ahora solo faltaba convencer plenamente al viejo Charles para llevar a cabo su diabólico cometido.

-Escuchadme bien! Quiero que me hagas el hombre más feliz que jamás halla existido sobre la faz de este planeta, ¿podrás?
-Mmmm... -Satanás se cruza de brazos, guardando silencio y quedándose pensativo, descubriendo lo inteligente que era aquel hombre.
-Eventualmente, mi estimado amigo.
-¿Puedes hacerlo o no?
-¿Acaso ha existido un hombre capaz de ser plenamente feliz?
-Entonces, tu poder no es tan grande como piensas, de igual forma que tu arte.
-Amigo mio, mi poder y mi arte es muy grande, pero tampoco soy el Omnipotente. Hasta el Diablo posee sus limitaciones... Pero pídeme otro deseo, y ya veréis como os hago cambiar de parecer, os lo juro por todos los diablos!
-De acuerdo. Deseo que desaparezcas, y no solo de mi presencia, sino deseo que desaparezcas para siempre y dejes de existir hasta que no seas nada. ¿Puedes hacerlo?

Satanás, veíase levemente enfadado, y su burlona y maquiavelica sonrisa que lo caracterizaba hasta entonces, se había transformado en un repentino malhumor y enojo.
No podía dejar pasar por alto aquella petición, aunque se tratara de un simple mortal, pues este deseaba ganarle demostrando que Satán era una entidad tan real y tangible como lo era cualquier humano, aunque de una esfera distinta. Además, deseaba apoderarse del alma de Charles y llevársela, con impaciencia y avidez hasta el averno. Pero la petición de Charles era más que difícil. Era imposible para él.

-Para desaparecer yo, debería dejar de existir Dios, y aquello no está a mi alcance -admite Satanás su derrota con visible ira que trataba apenas de reprimir en su interior- Mejor pide cualquier otro deseo que esté al alcance de mis facultades oscuras, amigo.
-Si ni el mismo Satanás puede convencerme de la existencia de Dios, ¿quién lo hará entonces?

Satanás se marchó de la casa de Charles en un santiamen, completamente derrotado y humillado por el señor Charles, sin dejar ningún rastro, ni siquiera el olor del azufre.
Todo parecía indicar, que tal vez el escepticismo de Charles había logrado salvar su alma para siempre, aunque yaciera su conciencia en las verdaderas sombras de la ignorancia.

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